domingo, 26 de abril de 2015

¿Dónde quedó el respeto y el civismo en España?

Siendo el viajar mi mayor afición, pocos defectos puedo sacarle, aunque desgraciadamente uno de ellos son las inevitables comparaciones con tu país de origen, España, y en el tema que quiero tocar hoy nos llevan años (o décadas) de ventaja.

Como muchos de vosotros ya sabéis, una de las experiencias que marcaron un antes y un después en mi vida fue mi estancia en la nación de los kilts, los vikingos, los monstruos mitológicos y los héroes históricos como William Wallace. De ellos aprendí muchísimo, y no solo de su lengua, que era mi principal objetivo (el inglés, aquel gran desconocido para los españoles...) sino también de sus costumbres, su civismo, su organización y orden social y su concepción de "gran familia" donde el respeto es lo que impera. Simples gestos que para ellos forman parte del día a día, yo los percibía como una nueva tarea más que singular: agradecer al chófer del autobús el agradable viaje tras abandonar el vehículo, ceder el paso y, en caso de que alguien tenga intención de salir por la misma puerta (aunque esté a 200 metros, lo que acaba siendo bastante coñazo) esperar con ésta abierta invitando a pasar, hacer del "please" y "thanks" los vocablos más utilizados del idioma anglosajón, sustituir el "quiero un café con leche" por un cortés "I would like to take a cup of coffee, PLEASE", agradecer incluso al vendedor ambulante o acompañar el "no" de un "sorry" para suavizar la situación en vez del típico rechazo español acompañado de un gesto arrogante que solo refleja un desprecio injustificable hacia aquel que no ha gozado de las mismas oportunidades.

En un primer momento, esta actitud me parecía un juego algo bobo que al fin y al cabo resultaba una tonta pérdida de tiempo, sin embargo, cuando aprendes a convivir en el respeto y la cordialidad, las obligaciones diarias se hacen más amenas. Que los desconocidos te reciban con una sonrisa y se preocupen por tu comodidad allí adonde vayas, que por mucha prisa que tengan siempre se paren en el paso de peatones y no debas jugarte la vida para llegar al otro lado de la calle, que no te encuentres ni un solo papel (y mucho menos un excremento de perro o un chicle) y traten la calle con la misma delicadeza que de puertas adentro dice mucho de una sociedad en la que lo común cobra más importancia que lo propio, y es que se basan en una percepción tan lógica como el pensar que tú vas a vivir mejor sabiendo que tus vecinos también se sienten a gusto. ¿A quién le gustaría tener una gran mansión con su piscina y todo tipo de lujos en Burkina Faso? Probablemente algunos no lo pensarían dos veces, pero no creo que sea agrado de nadie salir a comprar el pan y encontrarse a niños pidiendo algo para meterse en la boca, familias viviendo en la puerta de tu casa, gente enferma buscando desesperadamente a quien los atienda, etc. Sé que este ejemplo es bastante drástico, pero puede servir como método para entender aquella filosofía de "dime qué siembras y te diré qué recoges", tan bien implantada en los países nórdicos.

Para finalizar este post, propongo sembrar un poquito de respeto y así ver en un futuro los primeros brotes verdes de una tierra árida por falta de civismo.

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